18 noviembre, 2007

La batalla por los medicamentos genéricos

Por Alberto Arellano, La Nación Domingo

Tras un año de disputa legal, la justicia de India, el mayor productor de medicamentos genéricos del mundo, desestimó las demandas de una industria farmacéutica para modificar la Ley de Patentes de ese país, lo que podría haber sido el inicio de una global e irreversible catástrofe sanitaria.

Pese a sus dificultades, el 17 de agosto Denise despertó de buen ánimo. Probablemente, nunca se enteró de que la campaña humanitaria que le permite acceder al tratamiento que la mantiene con vida estuvo durante casi un año a punto de desaparecer. Ni tampoco tenía cómo saber que en ese mismo instante, a más de siete mil kilómetros de su casa en la República Democrática del Congo, una corte había tomado una decisión que salvaría su vida.

Ese día, el Tribunal Supremo de Chennai, una ciudad al sur de India, desestimó las demandas que una compañía farmacéutica suiza había interpuesto en contra de la Ley de Patentes de la India, y que permite a los laboratorios de ese país producir medicamentos genéricos a bajo costo. Los mismos que utilizan ella y otros 800 mil portadores del VIH que reciben tratamiento regular en los países en desarrollo.

Denise, viuda, comenzó a ser tratada en 2002 en el marco de uno de los programas de la ONG Médicos Sin Fronteras, la que actualmente atiende a cerca de 80 mil personas portadoras del virus del sida en todo el mundo. Dicho programa depende, en gran parte, de la compra de antirretrovirales genéricos no patentados producidos en India.

Hoy, gracias al cóctel de genéricos que recibe periódicamente, ella lleva una vida casi normal y puede trabajar para sostener precariamente a su numerosa familia. Lejos de su pueblo compra regularmente un saco de 30 kilos de carbón, que debe cargar por algunos kilómetros hasta su casa, donde lo vende a granel.

LA FARMACIA DE LOS POBRES

Uno de cada tres habitantes del planeta no tiene acceso regular a medicamentos, y el 75% vive en países pobres o en vías de desarrollo.

India es uno de los mayores productores de genéricos del mundo, para muchos la "farmacia de los pobres". Numerosos países, impedidos de conseguir medicamentos de primera generación por sus exorbitantes costos, encuentran allí sustitutos a precios abordables. De hecho, más de un tercio de las exportaciones de medicamentos de India va a aquellos países. En África, por ejemplo, con el mismo dinero que cuesta tratar a 58 pacientes con medicamentos de primera generación, se puede medicar a más de 550 con genéricos.

India ha permitido la democratización del acceso a los medicamentos, colocándolos al alcance de vastos sectores de la población que no tienen cómo conseguirlos, o procurando tratamiento a numerosas enfermedades que han quedado en el rango de "patologías olvidadas", por el nulo retorno financiero que representan. La enfermedad de Chagas o la del sueño son algunas de ellas.

De 1.223 nuevos medicamentos desarrollados entre 1975 y 1997, sólo 13 fueron destinados a tratar alguna enfermedad tropical. Claro está, lo que venden las empresas son mercancías y no buenas intenciones.

Los medicamentos genéricos no significan sólo una alternativa real para millones de personas. Su ingreso al mercado también ha obligado a las industrias de los países desarrollados a bajar los precios de sus fármacos. En 2000, el valor de una triterapia patentada de antirretrovirales para tratar el VIH era de 10 mil dólares por persona al año. Hoy es de 556. Y la versión genérica, producida en India, no supera los 135 dólares.

LOS AJUSTES DE DOHA

A comienzos de 2005 se cumplió el plazo para que la India, miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), alineara su legislación conforme a los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC), establecidos en el seno de este organismo durante la Ronda de Doha de 2001. Esto significa que, desde esa fecha, todo nuevo producto o procedimiento farmacéutico que ingrese al mercado indio queda en condiciones de ser comercializado en exclusiva por 20 años, mediante la concesión de una patente, la que puede ser renovable.

Sin embargo, la discusión en Doha recogió la lección que dejó Sudáfrica en 2001, cuando 39 grandes compañías farmacéuticas tuvieron que abandonar el país en medio de la fuerte condena de la opinión pública y de activistas internacionales. Esto, luego que fracasó su intento por impedir que el Ministerio de Salud siguiera substituyendo los fármacos que éstas ponían en el mercado por genéricos importados de India.

Ello permitió cierta flexibilidad en la redacción del acuerdo de los ADPIC, lo que se tradujo en la inclusión del artículo 4, en el que se estableció que el acuerdo debía ser aplicado de tal forma que apoyase el derecho de los Estados miembros de proteger la salud pública y de promover el acceso de medicamentos para todos.

Al momento de introducir el acuerdo sobre los ADPIC en su legislación, y aferrado de aquella disposición, el Parlamento indio redactó la cláusula 3d, para impedir que las farmacéuticas consiguiesen patentes para medicamentos que no introdujeran mejoras sustanciales al mercado o que hicieran un uso distinto de moléculas ya conocidas y comercializadas.

LA BATALLA DE NOVARTIS

El 17 de mayo de 2006, la suiza Novartis que nació en 1996 tras la fusión de los gigantes Ciba-Geigy y Sandoz presentó dos demandas en el tribunal de Chennai. La primera impugnaba el fallo de la Oficina de Propiedad Intelectual de esa ciudad, que rechazó la solicitud de patente para uno de sus medicamentos estrella, el Glivec. La segunda objetaba la constitucionalidad del artículo 3d de la Ley de Patentes.

El Glivec, nombre comercial de la "Imatinib mesylate", cuesta 2.500 dólares (unas 100 mil rupias) por paciente al mes en el mercado indio, mientras las versiones genéricas, producidas por compañías locales, como Cipla, Natco o Ranbaxy, valen alrededor de 175 dólares para igual período de tratamiento.

El caso Glivec encendió la alarma en India y en el resto del mundo. Campañas organizadas por activistas de Médicos Sin Fronteras e Intermon-Oxfam reunieron más de 500 mil firmas, en un intento por presionar a la farmacéutica a retirar sus demandas.

Desde que la India incorporó los ADPIC a su legislación, cerca de 10 mil demandas de patentes quedaron a la espera de ser examinadas. Si el fallo en contra de la cláusula 3d hubiese favorecido a la compañía suiza, India se habría visto forzada a reducir drásticamente la producción de genéricos de nuevos medicamentos desarrollados y comercializados en los países desarrollados. Del mismo modo, habría debilitado las defensas de un sistema que lucha por controlar una práctica frecuentemente utilizada por las grandes compañías: introducir cambios menores en la composición de los medicamentos para así obtener la renovación de sus patentes y evitar que caigan en el dominio de la salud pública.

Si bien lo que estaba en juego para Novartis era la defensa de la propiedad intelectual, su arremetida judicial podría haber desatado una catástrofe sanitaria de proporciones, por la cual millones de pacientes hubiesen quedado impedidos de acceder a los medicamentos necesarios para tratar las nuevas resistencias que sus enfermedades desarrollan.

LA TRAMPA DE LA INNOVACIÓN

Según Novartis, el artículo 3d desincentiva la investigación y desarrollo y, a la larga, la posibilidad de encontrar cura a futuras enfermedades. Si de proteger la innovación se trata, la pregunta que surge es cuánto de ella hay en cada nuevo medicamento que ingresa al mercado.

Es un hecho que, al menos durante los últimos 20 años, sólo una minoría de los medicamentos que han entrado al mercado ha ofrecido algún tipo de ventaja en comparación a los ya existentes.

Un estudio publicado en 2002 por el National Institut for Health Care Management Research and Educational Foundation, comprobó que, de las 1.305 nuevas drogas que ingresaron al mercado estadounidense entre 1989 y 2000 con aprobación de la FDA, la agencia encargada del control de medicamentos, sólo 153 el 15% del total proveyeron mejoras significativas respecto a los medicamentos ya existentes.

El 46%, en tanto, contenían los mismos ingredientes activos que un producto ya existente, pero diferían de éste sólo gracias a pequeñas modificaciones en su manufactura, ya sea en sus dosis o en sus formas de ser administrado.

Tras finalizar su estudio, en abril de 2005, la revista "Prescrire" concluyó que 68% de los 3.098 nuevos productos aprobados en Francia entre 1981 y 2004 no aportaron ninguna mejora respecto a medicamentos entonces vigentes. El mismo año, el "British Medical Journal" publicó los resultados de una investigación en la que se demostró que apenas 5% de todos los medicamentos recientemente patentados en Canadá podrían considerarse verdaderas innovaciones.

Modificando el mismo producto repetidamente, una farmacéutica es capaz de mantener la competencia de los genéricos fuera del mercado por décadas, hasta que la patente expire. En los próximos años, algunas importantes drogas que reportan miles de millones de dólares perderán las patentes que las protegen. Con la fecha de expiración encima, y la presión de los accionistas, las compañías están buscando de manera agresiva caminos para proteger sus franquicias más valiosas de la competencia de los genéricos.

En 2006, las ventas de Novartis ascendieron a 37 mil millones de dólares, un 15% más que el año anterior. Y, pese a la competencia de los genéricos, el resultado neto de sus ganancias aumentó en 92% entre 1995 y 2000.

Algo parecido ocurre para la totalidad de la industria farmacéutica de los países desarrollados. Entre 1999 y 2005, el mercado mundial de medicamentos vio casi duplicar sus ganancias, de 300 mil millones de dólares a cerca de 600 mil millones. Las 15 primeras compañías farmacéuticas Novartis es la cuarta tienen una participación equivalente a casi dos tercios del mercado mundial.

Novartis ha comunicado que probablemente no apelará la decisión del tribunal. Muy lejos de este conflicto, Denise ha logrado dormir a sus pequeños hijos, rutina que seguirá cumpliendo mientras reciba los antirretrovirales que la mantienen con vida. Mientras se acuesta, sólo piensa en cómo aumentar las exiguas ganancias que obtiene vendiendo carbón a granel.

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