25 diciembre, 2006

El Gran Teatro del Mundo: La Guerra Encubierta en el Conflicto de Oriente Medio


Hace algunos días, pusieron en venta sus propiedades y pertenencias. Esperan el Armagedón para algunas semanas más. Los fieles del grupo en Nairobi, deben terminar de construir un búnker lo suficientemente grande y resistente para antes del desastre. Según su lectura del libro sagrado, el 12 de septiembre del año 2006 es el fin del mundo.
Los miembros de la secta “Casa de Jehová” interpretan que los hechos desencadenados recientemente en Oriente Medio se revelan como la causa inmediata – hace un par de semanas desconocida - para un evento previsto con antelación. Aunque sabían de antemano la fecha, no imaginaban que el secuestro de dos soldados israelíes al sur del Líbano iba a ser el expediente.
Entonces el Armagedón se vio más nítido. Ese día, Estados Unidos intervendrá de manera directa para proteger a Israel y provocará una guerra a gran escala entre las potencias atómicas. Habrá un invierno nuclear con temperaturas mundiales inferiores a 0° grados centígrados, mientras las altas concentraciones radioactivas se esparcirán por todo el planeta provocando la muerte de millones de seres humanos, piensan.
De seguro que el vaticinio de esos fanáticos se traducirá en una más del montón de estériles fechas sobrecargadas de paranoia. Y no se trata de que lograr tal grado de exactitud esté o no dentro de las fronteras del conocimiento humano. La razón es más simple.
Tradicionalmente Estados Unidos se ha preocupado por entregarle una asistencia a Israel lo suficientemente generosa como para intervenir de manera visible y presencial en el conflicto (lo que por supuesto no excluye que pueda hacerlo a través de sus fuerzas de paz como lo hemos visto durante los últimos días). Son 3 billones de dólares anuales de ayuda los que le permiten mantener a Estados Unidos una cuota variable de control en el complejo escenario árabe - israelí. Mucho dice que el PIB per cápita de Israel esté muy cerca del de España o Corea del Sur. En esto, el lobby sionista ha sido lo suficientemente hábil cuidando de no enfriar los vínculos que aún lo mantienen bajo el abrigo de la simpatía republicana. Ya se ha dicho que la para -diplomacia de Israel a menudo consigue lo que quiere. El Irak de posguerra es, además, el argumento de peso de quienes piensan que es mejor sacrificar una buen fajo de dólares en vez de vidas humanas propias, amén de una movilización extraordinaria de recursos.
Irán, por su parte, ha hecho lo mismo con grupos radicales como Hamas y Hezbollah a fin de participar del conflicto y colocarlo fuera de sus fronteras evitando una intervención militar directa. Mientras a nivel interno centra sus esfuerzos y recursos en el enriquecimiento de uranio a pesar de los mediocres índices de su economía local, destina alrededor de USD $100 millones al año a financiar su participación a través de agentes trasnacionales como lo hace con Hezbollah. Hace poco, prometió USD $50 millones para ayudar al recién electo gobierno de Hamas. La presión de la comunidad internacional, ha hecho que el largo e imperceptible brazo de Irán se haya hecho visible como pocas veces.
En Oriente Medio se reproducen a escala parte importante de los conflictos mundiales. Es un vaciadero; el gran teatro del mundo.
Vamos a lo particular. Desde que proclamó su independencia en 1941, el Líbano ha sido un Estado títere, muchas veces ha representado forzosamente los intereses de grandes potencias o concentrado la tensión del vecindario musulmán. En este territorio, de unos 10.500 km2, conviven musulmanes, principalmente chiítas, algunos sunitas y cristianos de distintas confesiones. Es netamente una sociedad dividida bajo el gobierno de un Estado débil. Los primeros desajustes de esta fragmentación se vivieron a partir de la guerra civil de 1975. Luego, la creciente rivalidad entre Siria e Israel envolvió al Líbano, que terminó por convertirse en el teatro de sus operaciones. Siria invadió el Líbano en 1976 e Israel en 1978, 1982 y 1996. Poco tiempo después, el gobierno de Damasco volvió a tomar control del país hasta febrero del año pasado, tras el asesinato de Rafik Hariri, el más destacado líder antisirio. La resolución 1559 de U.N. los obligó a terminar con su larga ocupación o “protectorado” como algunos lo llamaron. En tanto Israel se mantuvo al sur del Líbano, en la llamada “zona de seguridad” hasta que la presión militar ejercida por grupos radicales la obligó a moverse de los ladeos del río Litani y retirarse completamente del Líbano.
La que fue considerada a mediados de la década del 70’ la “Suiza de Oriente Próximo” por lo que mostraba su pujante economía, ha vivido brutales retrocesos. Tan sólo hace algunos días, Israel amenazó con una soltura escalofriante llevar al Líbano 20 años atrás.
Hezbollah surgió en 1982, luego de una de las incursiones israelíes más feroces registradas en el Líbano. “El partido de Dios ha tenido un crecimiento estrepitoso. La prensa ha comparado algunas veces a este grupo radical con Al Qaeda con una mirada muy gruesa. Poco después del 11 de septiembre del 2001, expertos norteamericanos advertían que, pese a que ya era pública la participación de Bin Laden en los atentados, la guerra contra el terrorismo debía tener como objetivo final a Hezbollah. Ellos fueron los primeros en inmolarse con bombas suicidas con el fin de perpetrar ataques en facciones enemigas. Se ha hablado de un “modelo Hezbollah”, que ha sido asimilado por otros grupos radicales. Su historial de acciones terroristas es más nutrido y variado que el de Al Qaeda, muchos piensan que sus redes también. Se han localizado células de la organización en Francia, España. Chipre, Singapur, América del Sur y Filipinas, además de Oriente Medio. Por otra parte, se señala que tiene un poder de “regeneración” tremendamente eficaz, esto es, día a día forma nuevos líderes que seguramente se pondrán a la cabeza del movimiento en algunos años más. En ese sentido, Hasan Nasrallah, líder de los rebeldes, duerme tranquilo. Es que Hezbollah, a diferencia de Al Qaeda, se ha transformado en un grupo social y político. Al sur de Líbano y en varios suburbios pobres de Beirut, zonas que los analistas han llamado “Hezbollahndia”, ejerce un control prácticamente total por medio de una poderosa malla que provee de servicios sociales básicos, que incluyen alimentos, medicamentos, clínicas y educación. Esto, sin incluir su propia estación satelital, Al – Manar. Asimismo, en el parlamento cuenta con 14 legisladores y en el gabinete con 2 ministros. Hezbollah, a diferencia de los seguidores de Bin Laden, ha salido de la sombra, ha hecho todo lo posible para legitimarse con una cuota de éxito considerable y ha logrado anclar el núcleo de sus operaciones dentro del Líbano con el beneplácito de muchos libaneses y bajo la simpatía de muchos miembros del mundo árabe. Sin ir más lejos, es el único que ha derrotado a Israel expulsándolo de su territorio el 2000. Gran parte del mundo musulmán vio en este hecho una gesta heroica y en Nasrralah a un líder carismático y valiente.
Con el correr de los años, el grupo armado chiíta ha logrado con la ayuda de Siria e Irán crear una especie de Estado independiente y paralelo al gobierno de Beirut. Estratégicamente, ha moderado sus proclamas iniciales que apuntan a la instauración de un gobierno islámico en el Líbano, el fin del imperialismo occidental y la destrucción del Estado de Israel. Esa cautela y su historial de éxitos militares, le ha permitido penetrar con alguna legitimidad en la sociedad libanesa y alcanzar el status e influencia de la que hoy en día goza.
La gran sombra que se levanta detrás de este conflicto es sin duda Irán, apoyado por Siria. Los secuestros al norte y sur de Israel, por Hezbollah y Hamas respectivamente de tres de sus soldados lograron nuevamente estropear el inicio de un nuevo proceso de paz en Medio Oriente. El 22 de junio el primer ministro israelí Ehoud Olmert y el presidente de la Autoridad Palestina Mamhoud Abbas se habían reunido para iniciar una nueva relación. Uno de los objetivos inmediatos de la mayoría de los grupos radicales en Oriente Medio es la desestabilización de los procesos de paz. El secuestro de soldados en los dos frentes más belicosos de Israel se produjo con pocos días de distancia. Muchos especulan si se trató de una acción coordinada entre ambos grupos. Aún no hay respuesta para eso. Sin embargo, pese a que los miembros de Hezbollah profesan la rama chiíta del Islam y Hamas la sunita, sus vínculos - basados en objetivos similares al largo plazo - son un hecho.
Son muchas las razones por las que Irán, sin participar directamente en el conflicto, puede ser visto como UNO de los responsables. Primeramente, a Irán no le conviene el establecimiento de un proceso de paz muy prolongado. Un congelamiento del conflicto le coloca suficientes barreras a la exportación de la Revolución Islámica, iniciada en 1979 con el Ayatolá Jomeini, a regiones precisamente como el Líbano. El cese de las hostilidades, podría a la larga desactivar el rol de sus principales agentes transnacionales.
En segundo lugar, la estrategia de desestabilizar el proceso de Paz en Oriente Medio tiene otra lectura. Hemos dicho que en Oriente Medio se reproducen a escala las guerras del mundo. Con el conflicto a pocos kilómetros de su frontera, el gobierno de Teherán puede colocar al desarrollo de armamento nuclear - blanco de críticas por parte de la comunidad internacional - como una necesidad. “Si quieres paz, prepárate para la guerra”, dice una vieja sentencia latina. Según la última encuesta internacional ZOGBY, un 27% de la población piensa que el desarrollo de arsenal nuclear debe estar entre las primeras prioridades del Estado.
Hoy día el gobierno del presidente iraní Ahmadineyad tiene en frente a un país dividido entre la decepción y la lealtad al régimen. Bajísimos niveles de empleo, una serie de privilegios enquistados en los círculos de poder y el desencanto de la Revolución Islámica entre gran parte de la sociedad civil, son factores que han hecho cuestionar su legitimidad. Levantar polvo para llevar a Israel a la guerra tiene un doble propósito. Por un lado, “demonizarlo” y e intentar colocarlo como el único responsable de la inestabilidad de la región, tal cual hace Bush con Irán y muchos otros. Mientras el mismo Bush, subrayó que Israel tenía el derecho a defenderse, la Unión Europea ha condenado el uso desproporcionado de su fuerza contra el Líbano. Europa no justifica la represalia. Mientras Israel está en la mira de las críticas internacionales, entre las que se incluyen de paso la de vecinos moderados como Egipto, Jordania y Arabia Saudita, Irán se “blanquea”. Tal como sucede en el mundo, en Oriente Medio no hay buenos ni malos, sólo actores.
Por el otro lado, Ahmadineyad no hace más que aumentar la aprobación a nivel interno en torno a temas estratégicos, en un momento en que por la difícil situación del país los consensos escasean. Según ZOGBY International un 67% de los iraníes consideran que el Estado de Israel es ilegítimo y que no debería existir, idea que causa bastante placer en el círculo íntimo del poder.
Irán quiere llenar el vacío de poder que se produjo en Oriente Medio tras la caída de régimen de Saddam y transformarse en el nuevo líder regional. Los operativos militares y de inteligencia encubiertos tanto en el Líbano, como en Palestina e Irak así lo demuestran.
Si bien por el momento no debe preocupar el Armagedón, sí lo debe hacer la influencia y la posición que está tomando el régimen teocrático de Irán. Lo que finalmente está en pugna aquí es quien se va a llevar la mayor porción del mercado de Oriente Medio, si la exportación de la Revolución Islámica o la exportación de la democracia liberal al estilo Bush. Para saber eso tendremos que esperar mucho tiempo más que los fieles de la "Casa de Jehová".

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